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César Vallejo

Paco Yunque

  • Mayra Ramoshas quoted4 years ago
    Paco Yunque estaba siempre llorando y sus lágrimas parecían ahogarle.
  • Ezequiel Villarroelhas quotedlast month
    dos hermanos Zumiga abrazaban a Paco Yunque y le decían que ya no llorase y le consolaban diciéndole:

    — ¿Por qué te dejas saltar así y dar de patadas? ¡Pégale! ¡Sáltalo tú también! ¿Por qué te dejas? ¡No seas zonzo! ¡Cállate! ¡Ya no llores! ¡Ya nos vamos a ir a nuestras casas!
  • Ezequiel Villarroelhas quotedlast month
    Paco Yunque miró al profesor que escribía en la pizarra. ¿Quién era el profesor? ¿Por qué era tan serio y daba tanto miedo? Yunque seguía mirándolo. No era el profesor igual a su papá ni al señor Grieve.
  • Ezequiel Villarroelhas quotedlast month
    Paco Yunque estaba pensando en su mamá. Después se acordó de la patrona y del niño Humberto. ¿Le pegarían al volver a la casa? Yunque miraba a los otros niños y éstos no le pegaban a Yunque ni a Fariña, ni a nadie. Tampoco le querían agarrar a Yunque en las otras carpetas, como quiso hacerlo el niño Humberto. ¿Por qué el niño Humberto era así con él? Yunque se lo diría ahora a su mamá y si el niño Humberto le pegaba, se lo diría al profesor. Pero el profesor no le hacía nada al niño Humberto.
  • Ezequiel Villarroelhas quotedlast month
    Fariña le decía a Yunque en secreto:

    — Grieve ha llegado tarde y no lo castigan. Porque su papá tiene plata. Todos los días llega tarde. ¿Tú vives en su casa? ¿Cierto que eres su muchacho?

    Yunque respondió:

    — Yo vivo con mi mamá.

    — ¿En la casa de Humberto Grieve?

    — Es una casa muy bonita. Ahí está la patrona y el patrón. Ahí está mi mamá. Yo estoy con mi mamá.
  • Ezequiel Villarroelhas quotedlast month
    De nuevo se oyeron pasos en el patio y otro alumno, Antonio Gesdres, –hijo de un albañil–, apareció a la puerta del salón. El profesor le dijo:

    — ¿Por qué llega usted tarde?

    — Porque fui a comprar pan para el desayuno.

    — ¿Y por qué no fue usted más temprano?

    — Porque estuve alzando a mi hermanito y mamá está enferma y papá se fue al trabajo.

    — Bueno –dijo el profesor, muy serio–. Párese ahí… Y, además, tiene usted una hora de reclusión.

    Le señaló un rincón, cerca de la pizarra de ejercicios.

    Paco Fariña, se levantó entonces y dijo:

    — Grieve también ha llegado tarde, señor.
  • Ezequiel Villarroelhas quotedlast month
    Fariña fue y tomó a Paco Yunque por la mano y quiso volverlo a traer a su carpeta, pero Grieve tomó a Paco Yunque por el otro brazo y no lo dejó moverse.

    El profesor le dijo otra vez a Grieve:

    — ¡Grieve! ¿Qué es esto?

    Humberto Grieve, colorado de cólera, dijo:

    — No, señor. Yo quiero que Yunque se quede conmigo.

    — Déjelo, le he dicho.

    — No, señor.

    — ¿Cómo?

    — No.

    El profesor estaba indignado y repetía, amenazador:

    — ¡Grieve! ¡Grieve!

    Humberto Grieve tenía bajo los ojos y sujetaba fuertemente por el brazo a Paco Yunque, el cual estaba aturdido y se dejaba jalar como un trapo por Fariña y por Grieve
  • Ezequiel Villarroelhas quotedlast month
    — Sí, señor. Porque Paco Yunque es mi muchacho. Por eso.
  • Ezequiel Villarroelhas quotedlast month
    Precisamente a Paco le habían hecho venir del campo para que acompañase al colegio a Humberto y para que jugara con él, pues ambos tenían la misma edad.
  • Ezequiel Villarroelhas quotedlast month
    ¡Qué cosa extraña era estar en el colegio! Paco Yunque empezaba a volver un poco de su aturdimiento. Pensó en su casa y en su mamá.
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