Ese invierno –dijo Jack– en la casa de Florida. Se oían muchos ruidos en el techo. ¿Te acuerdas?
–Tú no podías dormir –dijo Dan–. Creías que eran monstruos.
–¿Recuerdas lo que me dijiste –dijo Jack– para hacerme dormir?
–No lo recuerdo –dijo Dan. Sí que lo recordaba, pero quería escuchar a su hijo diciéndolo.
–Son ángeles –dijo Jack–. Hay ángeles en el ático.
Lo había dicho para tranquilizarlo. Era un invento, como la idea del cielo de los animales, un consuelo para poder superar la muerte del perro de la familia.