disciplina es parte esencial de la crianza. Si bien es cierto que Dios la fomenta, él también invita a que la apliquemos de una forma madura. He aquí las cuatro reglas para la disciplina:
1. Sé cuidadoso. Apresúrate a interrumpir el mal comportamiento, pero no tengas prisa en castigarlo. Pon al niño en un tiempo de castigo mientras ambos se calman. El castigo jamás es una licencia para la crueldad. Si estás disfrutando la administración de la disciplina, tienes que parar.
2. Sé consistente. El castigo tiene que corresponder a la acción. Busca discernir la causa de la acción. ¿Qué motivó esta conducta? Una cosa es tirar la puerta como una falta de respeto. Otra es tirarla porque el camión de helados está en la calle. Olvidar limpiar el cuarto es una cosa; pararse en seco y negarse a hacerlo es otra. Los descuidos son infracciones menores. La rebelión es un