Las cavidades

Va a ser una cicatriz bonita

De muertes y desapariciones mediocres está plagada la historia.

La noche es la caverna de las ideas. En el fondo de la noche se percibe algo de claridad, una luz minúscula que podría ser la de los cocuyos ahogados en el mar de lo oscuro o la del sol asomándose en el borde de la caverna.

Sin gritos ni berridos insidiosos, el mundo es un paraíso, un jardín del Edén hecho a la talla de las nodrizas trágicas, el bungaló para que Dios descanse del terrible oficio de ser Dios.

Las nodrizas trágicas y Dios tienen mucho en común. Nunca participan directamente de la acción, pero lo contemplan y lo miden todo desde la distancia, que es el espacio más cómodo del escenario.

Aricia había decidido hacer lo que fuera necesario para recuperar la conexión con su cuerpo y no sucumbir al destino aquel de andar con la cabeza aposentada sobre una cavidad que picaba horrores.

Ojalá pudiera sentir el dolor común de las madres. Ojalá pudiera sentir algo común, algo que se extendiera por debajo de la cavidad sobre la que levitan sus ideas.

Ser una cabeza flotante no la hace olvidar que no siempre vivió así. Aricia extraña tener un cuerpo.

La felicidad nunca llega entallada a la medida, se dijo Aricia la primera vez que ambos estuvieron desnudos uno frente al otro, hay que coserla a mano y dar puntadas en falso antes de lograr cualquier cosa.

Las mujeres de su familia no parían. A las mujeres de su familia les arrancaban los hijos de adentro.