Entre 1903 y 1908, Franz Xaver Kappus, un joven de menos de veinte años, envía a Rilke sus ensayos poéticos, confiando en su consejo. Este, que lo mismo escribía a una desconocida empleada de correos que a un cura de pueblo con quien había coincidido en el autobús, escribirá al joven diez magníficas cartas, que constituyen un manual para la vida y un canto a la propia vocación.
En estas cartas, además de exponer con claridad y belleza sus opiniones sobre la creación artística, Rilke plasmó sus ideas sobre la vida, el amor y la soledad, la mujer y la belleza.