“Puta, pero no tuya”. La consigna feminista de algún modo nombra la orientación inicial: el sujeto de este libro es la puta en su aspecto más inapropiable. Su autora, Águeda Pereyra, dice que le gusta el “no”, que le interesa la negación como forma de resistencia. Admite cierta obsesión por lo que resiste a ser absorbido del todo por la lógica del mercado. Lo que queda por fuera de los intentos de regulación, lo que escapa. Quizá por ese motivo es que Putas: erotismo y mercado lleva el signo de la imposibilidad, del registro del propio límite. Y parte de ese límite —al que cruza con historia y narrativas, al que sostiene entre posicionamientos y disputas— para delinear cierta cartografía, siempre fragmentaria, sobre el tema en cuestión. Putas: erotismo y mercado es un ensayo que no esconde su condición caprichosa. No busca el consenso ni la respuesta unánime a una problemática, sino que insiste en superar lo anecdótico para transitar las zonas de riesgo y celebrar el conflicto, otro nombre de lo político. Al ritmo de los versos de Lamborghini, Águeda Pereyra comparte derivas e intuiciones para “Asumir la distorsión, asimilarla y devolverla multiplicadamente”.