Acacias, abetos, azules del cielo. El entorno del romance en escenarios dispares: nieve, andenes, cerros, bruma, guerras, ventanas, el mar, el llano, la sequía, el amor. Un amor que, en la obra de Yolanda Sa, parece ser el mismo: el que se reconduce y aprende a ser mejor; es un amor matado, a veces, y violento, reminiscente en la piel brillosa, cuyo olor, cuyas marcas, cuyo dolor se reconocen, sudor a sudor, a través de los años.
El campo, la finca, la tranquera. El tren donde escapa una mujer del mal amor. El tren que otrora se llevó un hijo en el vientre, y es camino, ruta, sangre seca; construye nuevos andenes para ampliar una familia, para dejar huir a un prisionero.
En Amadas, Yolanda Sa despliega una prosa limpia, donde, entre palabras, se espacian pájaros, lugares, secretos, penas, deseo, recuerdos. Y versos, sendos versos de intensidad y sugerencia.