Pero su agarre se afloja y yo tampoco recuerdo por qué estábamos discutiendo en un primer momento.
Tess aprieta los labios.
Tira de mí.
Su boca cae sobre la mía
Creo que todos los músculos de mi cuerpo se tensan al mismo tiempo. Por un instante, mi mente no entiende qué está pasando, no es capaz de buscarle sentido a la escena. Soy consciente de sus labios sobre los míos, de sus dedos alrededor de mi muñeca, de nuestros cuerpos tan próximos como para sentir su calor.
De alguna forma, el tiempo desafía las leyes de la lógica y se queda suspendido en ese instante.
Y de pronto, de la misma forma en que se ha detenido, arranca de nuevo. Lo hace con la fuerza con la que presiono mi boca contra la suya, con la tensión que sigue habiendo entre nosotras, que escala cuando me estiro hacia su cuerpo con resolución.