Lady Marisa Berrington había decidido escribir un libro, divertido y escandaloso, que pusiera en su lugar a la decadente sociedad eduardiana. ¿Y qué mejor lugar para reunir información que el Castillo de Vox, que el hogar del Duque de Milverley, atractivo viudo famoso por sus amoríos? Con tal propósito, obtuvo el puesto de institutriz, usando un nombre ficticio, pero su intención de no enamorarse jamás, se vino a tierra, cuando conoció al noble caballero, por quien también se sintió cautivado por Marisa. Un día, el Duque descubrió el manuscrito, y se llenó de furia, ordenando que se marchara de su casa.
Marisa comprendió entonces, que había perdido a su único y verdadero gran amor.