Zasque era un gato vagabundo de cerros y montañas enclavadas en el norte de Chile. Un día recibió un encargo de uno de sus guías, ir a acompañar a Fresia que había quedado sola tras la partida de su hijo. Para él, un gato aventurero era todo un desafío; tendría que perder parte de su libertad y acostumbrarse a vivir entre humanos con el riesgo de que le hicieran la vida imposible, por los rumores que había escuchado por ahí. Sin embargo, fue más su amor, ese amor de gato, natural y especial que quiere y cuida sin que se den cuenta sus asistentes (como llama a los humanos) y exige poco: que lo traten bien, lo alimenten, le den agüita y lo dejen ser. Entonces decidió seguir a un niño que volvía de una excursión e iba de regreso a la planicie. Trotó un buen rato a su lado, hasta que logró que lo tomara en brazos y decidiera llevarlo consigo al lugar donde comenzaría su tarea. Ese niño era Tonatiuh, el bisnieto de Fresia.
Este libro relata cómo Zasque fue adaptándose a esta familia humana y cómo también le sirvió para avanzar en su propio proceso gatuno de realización, ayudado por Fresia, de quién fue aprendiendo sobre lo extraordinario. Pese a que ella en un principio no quería saber de él, terminaron cómplices en esta aventura literaria y aprendiendo uno del otro sobre el sentido de la vida, que no es otro que aprender a AMAR, en la simpleza de las cosas.