Los tiempos que vivimos son distintos a otras épocas. La pandemia trastocó a la sociedad y la economía y desde luego a nuestras existencias personales. Lo que no modificó, e incluso en buena medida reforzó, han sido la propagación de la posverdad especialmente en redes sociodigitales y, de la mano de ella, el auge de gobiernos populistas. Posverdad y populismo forman parte de una nueva intolerancia que se ha extendido por todo el planeta.
La posverdad se debe a las dificultades para jerarquizar y autentificar la abundante información que recibimos y a la manipulación que algunos hacen, y otros reproducen, para acicatear confusiones, temores y fanatismos. El populismo se extiende gracias al recelo de ciudadanos desencantados con la política tradicional, que es aprovechado por líderes demagogos que reemplazan a las instituciones y suplantan al pueblo mismo. La pandemia es un fenómeno biológico cuyas graves consecuencias sociales empeoran debido a la desinformación que surge en condiciones de posverdad.