Inocencia interrumpida

Cuando me metió los dedos en la boca, me supieron a cera de oídos.

ezó a hincharse. Cuando volví al pabellón tenía una pelota de ping-pong en un lado de la cara.
—La muela del juicio —dijo Valerie.
Fuimos a ver al dentista.

Estaba sentada en la cafetería comiendo pastel de carne cuando algo peculiar me pasó dentro de la mandíbula. Mi mejilla empezó a hincharse. Cuando volví al pabellón tenía una pelota de ping-pong en un lado de la cara.

Notas sobre el progreso de la paciente

—Irá todo bien, ¿verdad? —pregunté.
Mi voz estaba lejos de mí y no había dicho lo que quería decir. Lo que quería decir era que ahora estaba a salvo, ahora estaba realmente loca, y nadie podría sacarme de allí.

Me di cuenta de que era Thorazina por el color. Nunca lo había tomado. Eché la cabeza hacia atrás y bebí.
Era pegajoso y agrio y goteó a mi estómago. El sabor se me quedó en la garganta. Tragué varias veces.
—Oh, Valerie —dije—, prometiste...
Entonces, la Thorazina me golpeó. Era como un muro de agua, fuerte pero suave.

estoy segura —dije de repente.
Valerie estaba de vuelta, con una taza llena de medicamentos.
—Valerie, no estoy a salvo.
—Tómatelo —me dio el vaso.

lerie me miró y se fue.
—Nada más quiero verlos —rogué—. Tengo que estar segura.
—Están ahí adentro... te lo juro —aseguró Georgina.

—¿Tengo huesos? —les pregunté—. ¿Tengo huesos? ¿Creen que tengo huesos? —no podía parar de preguntar.
—Todo el mundo tiene huesos —dijo Polly.
— ¿Pero yo tengo huesos?
—Sí tienes —respondió Georgina. Y salió corriendo de la habitación. Volvió en medio minuto con Valerie.
—Mírala —dijo Georgina, señalándome. Val

Qué coño estás haciendo? —preguntó Georgina.
—Estoy tratando de llegar al fondo de esto —respondí.
—¿Al fondo de qué? —Georgina parecía enfadada.
—De mi mano —dije, agitándola. Una gota de sangre bajó por mi muñeca.
—Bien. Para ya —ordenó.
—Es mi mano —contesté. Yo también estaba enfadada. Y me estaba poniendo muy nerviosa. Oh, Dios, pensaba, no hay ningún hueso debajo, no hay nada.