Buenas noches, Laika

Nuestros padres a veces nos hieren sin darse cuenta.

En ocasiones me cuesta trabajo distinguir si la gente grita porque está enojada o porque tiene miedo.

Pero la vida sigue sin esperarnos y tarde o temprano nos toca correr para alcanzarla

Un sí que no era sí ni no, sino un caos en dos letras.

Como muchos en esa época, mi madre consideraba que los trastornos emocionales eran un mal hábito que se erradicaba con disciplina y una dieta sana. Si el cuervo oscuro de la melancolía se comía tus ojos era porque tú lo querías.

Aturdido, alcé mi rostro hacia la Luna llena y me transformé en hombre lobo. Acompañado por los perros de la cuadra, aullé hasta que me callaron los vecinos.

Nuestros padres a veces nos hieren sin darse cuenta. Sofocan su angustia provocándonos asma.

La claustrofobia también es un lugar común.

¡qué terrible estar rodeado por tanta inmensidad sin poder verla!

La banca vacía de Marina continuó doliéndome. Pero una fuerza irrefrenable me proyectó junto con los otros hacia adelante. Nos convertimos en un producto derivado del furor de la era espacial. Supersónicos, frenéticos. Lo único que importaba era mantener la velocidad sin mirar hacia adentro