—¿La vida? Muchos hombres se han pasado cien años tratando de determinar sus dimensiones, y cuando por fin uno ha llegado a comprender algo y ha abrigado cierta perspectiva en su cabeza, por el amor de Dios, ¡se va a la cama y se muere! Se muere como un perro envenenado. No hay nada tan peligroso, no te la puedes fumar, nadie te dará ni dos peniques y medio por la mitad de ella, y al final te mata. Es un extraño artilugio, muy peligroso, una certera trampa mortal. ¿La vida?