Corea del Norte es el país más singular del mundo, cerrado las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año. El único régimen estalinista de carácter hereditario del planeta ha permanecido impasible a los cambios de la historia, poniendo a prueba la inevitable apertura que comporta la globalización y limitando al máximo la mirada curiosa del viajero. Y habitando esta parte del tablero geoestratégico, un pueblo orgulloso paralizado por la disciplina y el terror.
Pero Beatriz Pitarch, como ya hizo en Irán, eleva su mirada por encima de los muros para tratar de descubrir en la medida de lo posible cómo se vive y cómo se piensa en un país diseñado por la asfixiante propaganda oficial. Por eso estamos delante de un libro de viaje como los de antes, que se adentra en los lugares más misteriosos y herméticos para aportar luz ahí donde nunca antes ha habido.