El laberinto al que hacen referencia los poemas de la autora es, además de un espacio concreto, un estado mental particular; un estado en el que el estancamiento, la repetición, la parálisis, el temor, los límites y la confusión están presentes. Un espacio o estado anímico claustrofóbico y limitador. Cada uno de nosotros tenemos que adentrarnos, antes o después, en nuestros particulares laberintos. En todo caso, entrar en él y transitar sus caminos y recovecos en busca de la salida, puede suponer un trayecto íntimo hacia el conocimiento y comprensión de uno mismo.