Barbara se ha entregado por fin a los antidepresivos, pero parece que le provocan cambios de humor repentinos. Según Jenny, el problema es que se niega a tomarlos cada día, y esa irregularidad en la dosis la desestabiliza. Henry nunca sabe cómo se la va a encontrar: apagada y en silencio, con los ojos ausentes; o frenética limpiando la casa sin parar y echándose a gritar ante el menor intento de hablar con ella