Las novelas de iniciación que nos marcan suelen ser aquellas que muestran la infancia, no como un lugar idealizado, sino como el espacio de matices oscuros que puede llegar a ser. De acuerdo con el prólogo de Lola Ancira, Todo ángel es terrible «rompió el silencio sobre cuestiones satanizadas por la sociedad mexicana ligadas con la frustración y la sexualidad. El resultado es una obra deleitosa, de gran calidad literaria y profundamente reflexiva».