Baudelaire dejó varias definiciones de la belleza, muchas veces perturbadoras. Desea que sea digna de la Antigüedad y que mantenga la tradición, pero en su reseña de la Exposición Universal de 1855 el poeta se muestra igualmente sensible a la diversidad de la belleza, a todas las bellezas llegadas del mundo entero y ahí reunidas, a lo “bello multiforme y multicolor —dice—, que se mueve por los infinitos espirales de la vida”, y de eso extrae esta memorable lección:
Lo bello siempre es raro. No quiero decir que sea voluntaria y fríamente raro, pues en ese caso sería un monstruo fuera del cauce de la vida. Digo que contiene siempre un poco de rareza, de rareza ingenua, no buscada, inconsciente, y que esa rareza es la que lo convierte particularmente en lo Bello. Es su identificación, su característica. Y si no, ¡inviertan el enunciado e intenten imaginar lo bello banal! (ii, p. 578).