Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos observaron el cielo. Se asombraron ante su belleza permanente, ante la mirada de puntos brillantes que lo colmaban. En esos cielos, esos seres depositaron dioses, leyendas y marcadores de su destino. Existieron también algunos hombres, que además de registrar las regularidades en el movimiento de los astros, intentaron explicarlas. Este libro se inspiró en esos seres que buscaron interpretar la bóveda celeste y de poner a los cielos en un lugar de la racionalidad.