como a una mula borracha. Sé que lo ves tan claro como yo, pero la mayor parte del tiempo me siento solo, como si fuese el único ser humano capaz de dar testimonio sobre cuán bajo hemos caído. Estamos de rodillas, rezando al dios equivocado, una deidad infantil y cruel que se esconde en medio de un mundo corrupto que no puede gobernar ni comprender. ¿O es que lo hemos creado, a nuestra repugnante imagen y semejanza, y luego nos hemos olvidado de ello, como los niños que dan luz a los monstruos que los acechan, sin darse cuenta de que son ellos mismos quienes tienen la culpa de sus desvelos?