»Todo esto parece no tener sentido, y de hecho una esquizofrenia artificial como aquélla, una escisión semejante de la conciencia, con sus peligrosos accesos de nervios, sería impensable en una persona normal en una situación normal. Pero no olvide que yo había sido arrancado violentamente del mundo de la normalidad. Era un recluso sin culpa, sometido desde hacía meses al martirio refinado de la soledad, un hombre que hacía tiempo que estaba buscando sobre qué descargar su cólera largamente acumulada. Y como no disponía de nada más que de aquel insensato juego contra mí mismo, mi cólera, mi afán de venganza, se abalanzaron fanáticamente sobre él. Algo en mi interior clamaba justicia, y dentro de mí no disponía de nadie para pelearme excepto de mi otro yo