en el camino de una realización de esa naturaleza, las fuerzas repetitivas del árbol, de la sociedad y de la cultura pondrán, a toda persona que se halle en pleno camino hacia sí misma, una multitud de obstáculos. El primero de los cuales será el «Yo» personal, la identidad adquirida bajo todas sus formas, desde las más seductoras hasta las más aterradoras. Y además: ideas recibidas, fobias, angustias, conflictos, accidentes, ruinas, etc. Una lista de obstáculos demasiado larga…
Pero, independientemente de nuestra formación y de nuestra identidad, la propia vida nos presenta sin cesar obstáculos y dificultades: un clima poco favorable, un golpe de mala suerte, una ruina económica, una catástrofe natural, una guerra, una epidemia... Aquí también la lista de calamidades que se pueden presentar a lo largo del camino es interminable.
Ante estos obstáculos, dificultades o «heridas» tenemos, como nuestros ancestros antes que nosotros, dos posibilidades de actuación: la primera, reaccionar adoptando una actitud ya existente, aplicando una receta más o menos eficaz elaborada en el pasado, y ello en el caso de que mantengamos fidelidad a las fuerzas de imitación y nos comportemos de una manera heredada. Y la segunda, siendo capaces de remitirnos a la Conciencia, a la creatividad, a todo aquello que hay en nosotros y que es más innovador y de una mayor altura, permitiendo simultáneamente que el obstáculo de que se trate se convierta en nuestro maestro, impulsándonos a producir, frente de él, una solución inédita cuyo origen será, en realidad, la Conciencia universal. Y, a continuación, actuaremos como