El sitio godandscience.org describe parte de la historia de esta manera: «Aldrin había traído con él un estuche diminuto con los elementos de la Santa Cena que le había dado su iglesia, el cual contenía una copa de plata y un frasquito de vino casi del tamaño de la punta de su dedo. Durante la mañana, él transmitió por radio: “Houston, aquí Águila. Este es el piloto de ML (Misión Lunar) hablando. Me gustaría pedir algunos momentos de silencio. Me gustaría invitar a cada persona que está escuchando, quienquiera que sea o dondequiera que pueda estar, a contemplar por un momento los acontecimientos de las últimas pocas horas y dar gracias según su propia manera individual».
«Cuando la transmisión terminó», escribiría Aldrin más tarde, «abrí los pequeños paquetes plásticos que contenían el pan y el vino. Eché el vino en la copita que nuestra iglesia me había dado. En la gravedad de la Luna (un sexto de la gravedad terrestre), el vino serpenteó con lentitud y graciosamente salió por un lado de la copa. Entonces leí las Escrituras: “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto” […] El cuerpo de metal del Águila chirrió. Comí la diminuta hostia y tomé el vino. Di gracias por la inteligencia y el espíritu que había traído a dos jóvenes pilotos al Mar de la Tranquilidad. Era interesante para mí pensar: El primer líquido alguna vez vertido en la luna, y el primer alimento comido allí, fueron los elementos de la Santa Cena».2