En 1966 Pierre Cabanne asiste al taller de Marcel Duchamp en Neuilly, es la primera vez que el artista más fascinante del arte contemporáneo acepta hablar de sí mismo y explicar sus hechos, sus obras y sus reacciones tan a fondo y con tanta amplitud. «Así que me considero muy afortunado. Nunca me han sucedido desgracias de consideración, ni he pasado ni por penas ni por neurastenias. Tampoco he sabido lo que era el esfuerzo de producir, porque la pintura nunca fue para mí un escape, ni una necesidad imperiosa de expresarme. Nunca he sentido esa clase de necesidad de dibujar a todas horas, continuamente, ni de hacer esbozos, etc.».