Es muy difícil, para los adultos, trabajar para los niños. Y cuando digo “para” los niños, me refiero a trabajar siendo sus secretarios, sus testigos, siendo aquellos que nos olvidamos de todos nuestros prejuicios, ideales frustrados, de nuestras tendencias a ese «saber más”. Porque esto nos aleja del punto medio y equilibrado que da lugar al saber del “no-saber”, y termina orientando toda intervención hacia el polo que objetiva y transforma al niño en una cosa. Me refiero, mejor dicho, a las intervenciones que continúan aportando experiencias en el niño que lo dejan en el lugar no-deseado (con toda la ambigüedad que esta expresión indica) de objeto, cosa, resto, apéndice de Otro. Ese Otro puede ser el Otro social, el Otro escuela, el Otro padres, el Otro pediatra, el Otro vecino, y por qué no… del Otro psicólogo, psicopedagogo, fonoaudiólogo, acompañante terapéutico, integrador escolar, etc. Este libro apunta a repensar dónde nos corresponde ubicarnos cuando nos vinculamos con los niños. Lejos de intentar agotar explicaciones teóricas o prestar herramientas para tomar acciones concretas en una terapéutica o en casa, la propuesta es corrernos hacia una mirada crítica que movilice, de algún modo, la cristalización engendrada durante las últimas décadas en relación a los diagnósticos y patologías en la infancia y la niñez.