Nada se opone a la noche

Durante años, había sentido vergüenza de mi madre delante de los demás, y había sentido vergüenza de sentir vergüenza.

Escribo este libro porque hoy tengo fuerzas para detenerme sobre lo que me atraviesa y a veces me invade, porque quiero saber lo que transmito, porque quiero dejar de tener miedo de que nos pase algo como si viviésemos bajo una maldición, poder aprovechar mi suerte, mi energía, mi alegría, sin pensar que algo terrible nos va a destrozar y que el dolor, siempre, nos esperará entre las sombras.

en el fondo sé que Lucile estuvo siempre colgando en el vacío y que nunca lo perdió de vist

La psicosis constituye un serio obstáculo, tanto para un artista como para cualquiera.

Durante años, había sentido vergüenza de mi madre delante de los demás, y había sentido vergüenza de sentir vergüenza.

Desde que cumplí catorce años, no parecerme a mi madre constituyó para mí una preocupación mayor, un objetivo prioritario.

pasear al azar por la calle, sin rumbo fijo.

Manon y yo nos hicimos adultas, fuertes gracias al amor de Lucile, frágiles por haber aprendido demasiado pronto que la vida podía cambiar sin avisar, y que nada a nuestro alrededor sería completamente estable.

era más sociable en los encuentros cara a cara, en pequeños grupos, o bien durante un paseo, en el movimiento de la marcha.

primero que me sorprende, esa eliminación natural ordenada por nuestro organismo, esa capacidad que tenemos de recubrir, borrar, sintetizar, esa aptitud para la clasificación selectiva, que permite sin duda liberar espacio como en un disco duro, dejar sitio libre, avanzar.