El endemoniado de Gerasa, los leprosos, el epiléptico poseído, la hemorroísa, el herido al que ayuda el buen samaritano, el paralítico de Cafarnaún, el ciego de nacimiento, María de Magdala… Con todos estos personajes bíblicos, y también con Job, con el apóstol Pablo y sobre todo con Jesús, podemos aprender a discernir el porqué del dolor, el mal y el sufrimiento, y también cómo convivir con la enfermedad, sobre todo cuando se pierde el control de la vida, la enfermedad asusta a los demás y nos avergüenza, o el dolor desfigura y parece que no queda nada por hacer. Con su trabajo los autores no solo muestran que la Biblia siempre ofrece sabias respuestas a las preguntas existenciales del ser humano, sino también nos enseña cómo estar, al igual que Jesús, cerca de quien está enfermo.