Pese a todo, Eleanor no tenía nada mejor que hacer, así que echó un vistazo a aquel cómic tan horrible. La historia la atrapó al instante. Y de repente se dio cuenta de que ya estaban en el instituto. Fue muy raro, porque no habían llegado ni a la mitad del cuadernillo, cuando normalmente los devoraban en un viaje.
Vaya rollo... Ahora él leería el resto del cómic entre clases y sacaría algo cutre como ROM para el camino de vuelta.
Pero no lo hizo.
Cuando Eleanor subió al autobús aquella tarde, el asiático abrió Watchmen justo por la página donde lo habían dejado.