cemos conscientes de ella, hasta que finalmente nos atrapa una especie de vértigo; si profundizamos en la esencia de la responsabilidad humana, entonces nos damos cuenta de lo siguiente: ¡de que hay algo terrible en la responsabilidad del ser humano, y a la vez algo señorial!
Lo terrible es saber que en cada instante asumo responsabilidad por el prójimo; que cada decisión, desde la más pequeña hasta la más elevada, es una decisión «para toda la eternidad»; que en cada instante realizo o dejo de realizar una posibilidad, la posibilidad de cada instante