Las princesas siempre andan bien peinadas

ya nadie iba a querer contarme las historias de los fantasmas de sus familias, que parecían ser mucho más interesantes que las historias de sus familiares vivos.

me dieron mucha envidia los escritores que pueden escribir un libro de cientos de páginas sin poner cosas aburridas. Claro que ninguno de los que me ha tocado leer a mí se pone a hablar de su familia. Y si eso sucediera, estoy segura de que inventarían todo, porque la mayoría de las familias del mundo son aburridas, sí o no

Yo pensé que el gato podía comerse un pastel de frutas aunque no tuviera el espíritu del abuelito de Juan Carlos adentro, pero no lo dije, porque entonces ya nadie iba a querer contarme las historias de los fantasmas de sus familias, que parecían ser mucho más interesantes que las historias de sus familiares vivos.

—Ah, no, eso sí que no. Vas a parecer mi chaperona.
Nunca me ha gustado quedar como ignorante, así es que en lugar de preguntarle a mi hermana qué quería decir esa palabra que sonaba tan insultosa, me fui al diccionario. Y el diccionario decía así:
“Chaperón: Dama de compañía; persona que sirve de guardia a la honestidad de una joven”.
Claro que rápidamente fui con Ana Laura y le dije que qué tenía de malo que yo sirviera de guardia para su honestidad.

La vocecita la he tenido desde que me acuerdo. Alguna vez le platiqué a mi mamá sobre esto, y ella me dijo que eso se llama la conciencia. La mía habla como hablaría una abuela, y un día me decidí a ponerle nombre porque si la conciencia de Pinocho tenía nombre, la mía por qué no.

En ninguna parte del diccionario decía que el amor es una enfermedad que hace a las personas ponerse histéricas por tener un frijol en el diente o tumbarse en la cama a mirar sin mirar.

Y es cierto que los raspones no son bonitos, quién sabe entonces por qué a mí me gustan y siempre los ando presumiendo. Me parece que son como trofeos de patinaje, porque mientras uno se cae más veces en patines, significa que es más experto. Así es que si uno ya se ha caído lo suficiente, quiere decir que tiene menos probabilidades de andarse cayendo más. Yo me sigo cayendo igual, pero aunque existiera un menjurje mágico para borrar las cicatrices y los raspones, yo no me lo pondría.

Las princesas siempre andan bien peinadas, ¿no?

“Andrea: No es que piense que ser novio tuyo es como ser novio de Daniel el Travieso, pero la verdad es que no tengo tanto dinero como para poder pagar todo lo que te comes en el recreo. Además, me gustas mil quinientas ocho veces más como amiga. Atentamente, Benjamín.”

Miré a Leonardo, que no tenía nada de malo, pero tampoco nada de bueno.