Los primeros años del siglo XX desencadenan una orgía científica: nombres como Planck, Einstein, Heisenberg, Pauli y Born revolucionan sus disciplinas; luego el entusiasmo acaba convirtiéndose en una decepción total, y en una cierta sensación de que la física se halla en un callejón sin salida. En el siglo XIX la idea de la evolución de Darwin pone fin a siglos de superstición; su deriva, en cambio, concluye en un combate entre sociobiólogos y darwinistas de izquierda, no demasiado satisfechos con la tesis de que el ser humano se mueve por interés propio. Hoy la neurociencia ocupa gran parte de la atención mediática, y los diarios nos sorprenden eventualmente con titulares del tipo «el libre albedrío ha muerto».
Física y cosmología, biología evolutiva y genética, psicología cognitiva y neurociencia, son algunas materias donde hoy se están dando descubrimientos asombrosos. O todo lo contrario. En La venganza de la realidad, Daniel Arjona nos eleva al centro de las más enconadas discusiones científicas hoy, y apuesta por una tendencia inequívoca: estamos asistiendo a una retirada de los elementos más subjetivistas y confusos de la ciencia moderna. La realidad ha vuelto para vengarse.