De Lukov, con amor

había olvidado lo que era capaz de soportar. Era otra puñetera señal de que el tiempo y la vida seguían, aunque yo no quisiera.

había olvidado lo que era capaz de soportar. Era otra puñetera señal de que el tiempo y la vida seguían, aunque yo no quisiera.

aunque una parte de mí se daba cuenta de que lo único que hacía era herirme en lugar de ayudarme.

Era su sonrisa de confianza. La que compartía conmigo. Era mía. Y por la espalda me subió algo cálido y reconfortante que me decía que Ivan se sentía tan confiado como yo. Lo teníamos dominado, pero juntos, así que no pude evitar dirigirle una sonrisa más amplia que antes. Nada del otro mundo, pero era suya y solo suya. Y él lo supo, porque su sonrisa se ensanchó aún más

Porque no se la dedicas a cualquiera. —Apoyó la mejilla en la mía y su pecho sudoroso hizo lo mismo al concluir—: Y no tengo intención de compartirte

Porque no me importa que tengas otras diez personas favoritas. Tú siempre serás la mía

No vas a ser la pareja de nadie más; no mientras viva, Albóndiga. Por mucho que llores y patalees, arrastraré tu culo precioso y testarudo de vuelta conmigo, porque nadie más será nunca lo bastante bueno para ti.

Te quiero tanto que, si no puedo patinar contigo, no quiero volver a patinar con nadie.

Te quiero tanto que me paso el día contigo y aún me parece insuficiente

¿Cómo demonios me había enamorado de semejante engreído?