En otras palabras, mientras esta experiencia tenga relación con la conciencia de la persona, la experiencia sucede por primera vez. La experiencia es tan original, tan fresca, que cualquiera que la tiene, nunca llega a sentir que pueda ser vieja. Es como la frescura de una flor abriéndose en la mañana, sus pétalos húmedos con el rocío, los primeros rayos del sol cayendo sobre ellos. Al ver esta flor, alguien que la hubiera visto por primera vez no podría decir que esa flor es vieja, aunque cada mañana se abra una nueva flor.
Cada mañana el rocío y los rayos del sol caen sobre flores nuevas. Los ojos de alguien pudieron haber visto estas flores todos los días, pero cualquiera que haya visto la flor en este escenario por primera vez, no puede siquiera pensar que esa flor haya sido vista antes. Es tan nuevo que si quien lo experimenta afirma que la verdad nunca puede ser vieja, que siempre es nueva y original, no está equivocado.
Decimos que la religión es ancestral y eterna, porque la verdad es imperecedera. Pero la religión también es nueva, porque cada vez que la verdad se realiza, la experiencia es nueva, fresca y virginal.
Si una persona cree que la religión es vieja o si cree que es nueva, no será inconsistente con la verdad. Si dice que la verdad es eterna y sostiene que no puede ser nueva, no podrás decir que sea inconsistente. Por otro lado, alguien más puede sostener que la verdad es siempre nueva.
Si preguntamos a Gurdjieff, diría que la religión es eterna y ancestral; si se le pregunta a Krishnamurti, diría que es absolutamente nueva, que nunca podría ser vieja. Sin embargo, ambos son consistentes.
La pregunta que me haces