Heredia es enemigo de los viajes que lo alejan de su oficina ubicada en las proximidades del río Mapocho. Sin embargo, la solicitud de un amigo lo lleva a viajar una vez más al sur de Chile para rastrear las huellas de una adopción ilegal. Su destino es la tranquila y hermosa ciudad de Villarrica, y su única pista es el nombre de una matrona jubilada que se niega a conversar con él.
Heredia realiza su trabajo y una vez más deja en manos del azar el resultado de una investigación que le permite descubrir la verdad oculta tras las apariencias.