alegría cumple la función de ayudarnos a crear vínculos hacia los demás. Puede manifestare de distintas maneras, siendo las más frecuentes la ternura, la sensualidad y el erotismo. Al gestionarla adecuadamente, se pude alcanzar la serenidad y la plenitud. Pero si no se aprende a manejarla adecuadamente, puede conducir a la persona a la tristeza, la euforia o la frustración.