Inteligencia emocional

quienes no son capaces de detectar las emociones evidentes suelen causar malos entendidos, equívocos, situaciones problemáticas. En cambio, quienes tienen una inteligencia emocional alta, suelen dominar sus emociones porque las identifican fácilmente.

Pero ¡atención! porque recordar demasiado los errores pasados puede provocar ansiedad y miedo a intentar cosas nuevas. Y por el contrario, olvidarlos puede hacer que caigamos de nuevo en ellos.

alegría cumple la función de ayudarnos a crear vínculos hacia los demás. Puede manifestare de distintas maneras, siendo las más frecuentes la ternura, la sensualidad y el erotismo. Al gestionarla adecuadamente, se pude alcanzar la serenidad y la plenitud. Pero si no se aprende a manejarla adecuadamente, puede conducir a la persona a la tristeza, la euforia o la frustración.

Cuando una persona vive sucesivas frustraciones en su movimiento hacia la unión afectiva, su reacción puede ser la de resentirse y adoptar la actitud de una cierta indiferencia como mecanismo defensivo. Una defensa creada para evitar sentir el dolor generado por una cierta frustración en su necesidad de dependencia afectiva. Lo que implica una inhibición o negación de su sensibilidad afectiva, que puede traer como consecuencia dificultades para actuar de forma empática o para generar vínculos profundos por el temor al rechazo, creando inseguridad en sí mismo dada por su incapacidad de atraer y retener al otro.

Amor: se trata del opuesto fisiológico al estado de «lucha o huye» que comparten la ira y el miedo. Las reacciones parasimpáticas generan un estado de calma y satisfacción que facilita la cooperación.

Felicidad: aumenta la actividad de los centros cerebrales que inhiben los sentimientos negativos y pensamientos inquietantes. El organismo está mejor preparado para encarar cualquier tarea, con buena disposición y estado de descanso general.

Cognitivos: Procesamiento de información tanto a nivel consciente como inconsciente que influye explícita e implícitamente en nuestra cognición y en nuestra vivencia subjetiva de los acontecimientos.

Puede darse el caso de personas que carezcan, por una razón médica, de la conexión entre la amígdala y el neocórtex. Suelen mostrar una inteligencia en apariencia normal, sin embargo, su vida suele ser un cúmulo de elecciones desafortunadas que lo lleven de un fracaso a otro.

Son personas que carecen de la guía del aprendizaje emocional, componente indispensable que sirve para evaluar las circunstancias y tomar las decisiones apropiadas.

Incluso para el éxito escolar la inteligencia emocional es más importante que el coeficiente de inteligencia.