Denis Diderot, uno de los representantes más conspicuos del proyecto ilustrado, recibió de Catalina II, en 1775, el encargo de redactar el plan de una universidad para su aplicación al Imperio ruso. Diderot aceptó, pero no elaboró el programa pensando solo en Rusia, que apenas conocía, sino también en Francia y, en general, en toda Europa. Un programa de universidad ilustrada para una sociedad despertada por las Luces. Doscientos treinta años después de haber sido escrito, el Plan de una universidad continúa siendo bastante desconocido, una pieza rara en el repertorio de su autor, pero es una obra muy actual y sugestiva, que nos ilumina sobre la concepción de los estudios universitarios que tenían los ilustrados, y que nos ayuda también a recapacitar sobre lo que es o debería ser hoy la universidad y la enseñanza pública en general. Diderot desciende en este texto hasta los mínimos detalles: no solo desarrolla el programa docente en las diversas materias, incluyendo la bibliografía más especializada, sino que precisa también hasta la forma de las aulas. Tres ideas básicas inspiran este proyecto: el elogio de la instrucción, la supresión de las barreras sociales y el carácter público y universal de la enseñanza superior. La utilidad social, la orientación práctica y los lazos con el conocimiento más actual son rasgos fundamentales de este programa. Diderot escribe pensando más bien en Francia, pero también en toda Europa, en la humanidad en general, la de ahora y la de siempre.