Somos naturaleza. Precisamos el contacto con la misma, pues si bien somos espirituales, con capacidad de lenguaje, de llorar, de reír, de imaginar, de recordar, de enterrar, de formularnos preguntas, somos animales.
Y sin embargo de manera paradójica y terrible dañamos a nuestra madre Tierra y al resto de las especies.
Tenemos el reto de dejar este planeta a nuestros hijos y nietos más limpio que lo encontramos.