un capitán portugués llamado Alberto del Canto vino de Saltillo y bautizó en 1576 el cerro de Las Mitras por sus protuberancias en lo más alto, que se parecen a las mitras episcopales. Ahí estás, pasmado ante el enorme cerro que le da su nombre a la colonia, y tu imaginación volando. Y de pronto, en el atardecer, el viento te trae el aroma de las gorditas de harina, si no te llamaban tú corrías hasta la cocina atraído por ese olor. La estética del crepúsculo pasaba a segundo plano, las gorditas imantaban