KALIAYEV (después de un silencio): Nadie te querrá nunca como yo te quiero.
DORA: Lo sé. Pero ¿no es preferible querer como todo el mundo?
KALIAYEV: No soy cualquiera. Te quiero como soy.
DORA: ¿Me quieres más que a la justicia, más que a la organización?
KALIAYEV: No te separo de la organización y la justicia.
DORA: Sí, pero contéstame; te lo ruego, contéstame. ¿Me quieres en la soledad, con ternura, con egoísmo? ¿Me querrías si fuera injusta?
KALIAYEV: Si fueras injusta y pudiese quererte, no te querría a ti
DORA: No contestas. Dime esto solamente; ¿me querrías si yo no estuviera en la organización?
KALIAYEV: ¿Dónde estarías, entonces?
DORA: Recuerdo el tiempo en que estudiaba. Reía. Era hermosa entonces. Me pasaba las horas paseando y soñando. ¿Me querrías ligera y despreocupada?
KALIAYEV (vacila; en voz muy baja): Me muero de ganas de decirte que sí.
DORA (lanzando un grito): Entonces di que sí, querido, si lo piensas y si es cierto. Sí, frente a la justicia, delante de la miseria y del pueblo encadenado. Sí, sí, te lo ruego, a pesar de la agonía de los niños, a pesar de los ahorcados y de los azotados hasta la muerte...
KALIAYEV: Calla, Dora.
DORA: No, que una vez por lo menos hable el corazón. Espero que me llames, a mí, a Dora, que me llames por encima de este mundo envenenado de injusticia...
KALIAYEV (brutalmente): Calla. Mi corazón sólo me habla de ti. Pero, dentro de un instante, no deberé temblar.
DORA (enajenada): ¿Dentro de un instante? Sí, me olvidaba... (Se ríe como sí llorara.) No, está muy bien, querido. No te enojes, no he sido razonable. Es el cansancio. Yo tampoco hubiera podido decirlo. Te quiero con el mismo amor un poco fijo, en la justicia y las prisiones. El verano, Yanek, ¿recuerdas? Pero no, es el eterno invierno. No somos de este mundo, somos justos. Hay un calor que no es para nosotros.(Apartándose.) ¡Ay, piedad para los justos!