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Diego Vecchio

La extinción de las especies

  • Rafael Ramoshas quoted6 hours ago
    Siguiendo las recomendaciones del Dr. Garret, el veterinario de cabecera de Tangerine, vertía todas las mañanas, en el plato de leche, tres gotas de láudano. Ni bien lengüeteaba esta bebida, Tangerine se desplomaba en su almohadón y permanecía echada sobre un costado, sumida en un sueño no exento de pesadillas, a juzgar por el temblor que de tanto en tanto le sacudía los bigotes. Los gatos son, en el reino animal, la especie que más sueña. Aunque tal vez se tratara de un simple tic.
  • Rafael Ramoshas quoted6 hours ago
    En lugar de recurrir a escalas ascendentes o descendentes, yendo de la indumentaria masculina a la femenina, del terciopelo a la seda y de la seda a la lana, del negro al blanco, pasando por el rojo y el azul, Eleanor prefería crear según los días series discontinuas e imprevistas, intercalando entre un tapado de zorro y un tapado de piel de conejo bastante roído por el uso, un paraguas.
    –El secreto de la creación está en la interrupción –afir
  • Rafael Ramoshas quoted7 hours ago
    Todo el mundo escuchaba absorto aquellas charlas que trataban de la descamación de la Venus dormida de Tiziano, el aligeramiento de los barnices de clara de huevo en la Judith con la cabeza de Holofernes de Andrea Mantegna o la resurrección de la alegría cromática de La bebedora de cerveza de Johannes Vermeer.
  • Rafael Ramoshas quoted7 hours ago
    En lugar de organizar festivales de poesía en su jardín techado, como Mrs. Curtis, o conciertos para piano, como Mrs. Howard, o debates sobre las verdades y falsedades del magnetismo animal, como Mrs. Stephen White, Annabeth prefirió animar sus reuniones con un ciclo de charlas sobre las maneras de combatir la destrucción de la belleza.
  • Rafael Ramoshas quoted7 hours ago
    destaparon una botella de agua mineral sin gas y decidieron vivir bajo un mismo techo, compartiendo dolores y alegrías, la pasión por el arte y las ciencias. Annabeth y Eleanor eran mucho más felices de lo que se merecían, pero es fácil que esto ocurra cuando se es feliz.
  • Rafael Ramoshas quoted3 months ago
    El arte no admite divisiones geográficas o históricas. ¿Por qué habría de aceptarlas un museo, que es la posada con pensión completa de la Idea? ¡El arte que no es arte también es arte!
  • Rafael Ramoshas quoted3 months ago
    Cuando el Museo Flotante levaba anclas y desaparecía lanzando un penacho de humo, muchas pequeñas ciudades y grandes pueblos decidieron abrir su propio museo. No contaban con pterodáctilos o velociraptors, ni siquiera con una mandíbula homuncúlida. No tenía la menor importancia. Gracias a la generosidad de los patrocinadores locales, reunieron una primera colección con lo que había en la zona.
    En un tiempo récord, fueron inaugurados, no sin orgullo, el Museo del Bisonte de Bismark, el Museo de las Grandes Praderas de Omaha o el Museo Meteorológico de Saint Louis, que invitaba a sus visitantes a contemplar, en vitrinas perfectamente impermeabilizadas, diferentes formas de lluvia, granizo o nieve, producidas por mecanismos de riego o refrigeración
  • Rafael Ramoshas quoted3 months ago
    Carnicerías de mundos devastados, los museos exhiben, en lugar de carne colgada, recortada y nombrada con prolijidad, huesos y pellejos suspendidos en el espacio y en el tiempo
  • Rafael Ramoshas quoted3 months ago
    En un panel que Miss Sullivan caligrafió con letras de imprenta, podía leerse: «Niños momias hallados en las Montañas Rocosas. Los párpados fueron cosidos con púas de puerco espín para evitar que los muertos espiaran a los vivos»
  • Rafael Ramoshas quoted5 months ago
    Bajo los efectos de la luz crepuscular, algunos escribieron poemas muy malos, movidos por el terror deleitoso que les despertaba el paisaje, entremezclados con el recuerdo del primer amor que colapsó, cavando en las entrañas una herida que nunca iba a cicatrizar. Otros prefirieron escribir un diario. Otros, fotografiar aquellas perspectivas que cortaban el aliento o autofotografiarse adoptando una pose de cazador, apoyando sus botas sobre la cabeza de un oso que habían encontrado muerto
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