Frank podría parecer un chico normal. Tiene dieciséis años y vive solo con su padre en una pequeña isla de la costa escocesa. Ahí es donde se siente seguro, a salvo. Pocas veces la abandona, tan sólo cuando tiene que ir al pueblo próximo a hacer algún recado o a tomar algo en el pub.Frank podría parecer un chico normal, pero no lo es. No ha tenido una vida fácil. Abandonado al poco de nacer por su madre, sus progenitores -en una de sus últimas actuaciones conjuntas y en plena euforia hippie- decidieron no inscribirlo en el registro. El resultado de todo ello fue que, a efectos legales, Frank no existía y que, cuando alguien se interesaba por él -cosa que no era muy frecuente-, fingía ser un familiar de paso. Con el tiempo, empezó a dominar eso del fingir. Pero ahí no acabarán sus problemas. A los tres años es atacado por el perro de la familia y ese incidente marcará de forma irrevocable su existencia. Y no cuento más.