¡No era tan perfecta!
La obediente princesa Julianna tenía un secreto: era mucho más feliz sintiéndose libre, con la brisa marina alborotándole el cabello. Aunque estaba prometida con Enrique, un hombre correcto y aburrido, se sintió atraída al instante por su hermano, el príncipe rebelde Alejandro.
Enseguida empezó a navegar por las noches con el guapísimo Alejandro, mientras todos en palacio pensaban que estaba durmiendo. Pronto tendría que elegir entre ser la princesa perfecta o seguir los dictados de su corazón.