Si la eugenesia es condenable, no es de ningún modo por sí misma, sino por el epíteto que la califica. ¿Qué pensamos, por ejemplo, de la eugenesia libertaria? En principio, ¿qué significa? Una estrategia de evitación y un objetivo muy simple: aumentar las posibilidades de la presencia de la felicidad en el mundo, partiendo del principio de que la enfermedad, el sufrimiento, la minusvalía, el dolor físico o psíquico, merman la alegría de la potencialidad existencial. Así pues: disminuir las posibilidades de la presencia del dolor en el mundo.
Sin entrar en discusiones bizantinas, todos estamos de acuerdo con respecto a lo que significa la presencia de la alegría o del dolor en el mundo. Para cualquier ser viviente, la salud es preferible a la enfermedad, la aptitud a la minusvalía, la vitalidad a la debilidad, el buen aspecto a la deformidad, la normalidad a la anormalidad. Y cualquiera que prefiera la enfermedad, la minusvalía, la debilidad, la deformidad y la anormalidad, incluso el que niegue la existencia de esas categorías, me parece un criminal ontológico debido a su rechazo a actuar cuando existen posibilidades transgenéticas de evitarlas.
La salud, que una definición mínima describe como la falta de enfermedad, ofrece la más dulce de las ataraxias. ¿Cómo podría alguien optar, en consecuencia, por la dolencia cuando los medios para alcanzar la paz de la carne existen en lugar de un cuerpo sufriente? ¿En nombre de qué, por encima de todos los seres (sin por supuesto de que se trate de la supresión de un ser que por definición aún no existe), podemos rechazar la elección de la mejor posibilidad existencial entre miles de combinaciones genéticas posibles?