buscar belleza en las flores y en la poesía, y a hablar con los animales. Que no hay nada como una jornada empleada en soñar, en disfrutar de la puesta de Sol o de la brisa fresca. Pero, sobre todo, aprendí que para mí vivir es sentarme en un banco junto a un viejo río, con la mano en su rodilla, y a veces, en los días buenos, enamorarme