Aquí hay cinco mil. Y siempre aparece el tonto de turno que entra y dice cuántos libros tiene usted, ¿los ha leído todos?
-- ¿Y yo?, ¿qué contesto?
-- Sueles contestar: ninguno, si no, para qué los tendría aquí, ¿acaso guarda usted las latas de carne tras haberlas vaciado? Los cincuenta mil que ya he leído se los he regalado a las cárceles y a los hospitales. Y el tonto se queda cortado.