¿Ven este perro?
Ayer yo estaba aquí,
sin prestarle atención,
sumida en tan tristes pensamientos que me hacían llorar.
Entonces apareció a mi lado,
sobre la almohada en la que reposaba mi húmeda mejilla,
una cabeza tan peluda como la de un fauno.
Dos ojos de oro claro asombraron los míos
y una oreja muy larga vino a secar mi llanto…