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David Roas

Invasión

  • Alicia M. Mareshas quoted2 years ago
    La sensación de pisar por primera vez la calle tras varios meses de reclusión, fue muy extraña. Y excitante. Me acerqué en silencio, despacio. Fue su olfato el que primero me localizó. El niño se irguió como un resorte, pero antes de que saltara del tobogán, le arrojé mi carga y salí corriendo.

    Desde la seguridad de mi ventana, me tranquilizó verlo comer. Aunque su cara no mostraba emoción alguna, a mis ojos el pobre disfrutó de aquellas vísceras como cualquier niño con su pastel de cumpleaños. La misma ansia, el mismo masticar a dos carrillos. Ni siquiera la imagen de su boca chorreante de sangre al arrancar pedazos de hígado empañó mi felicidad.
  • Alicia M. Mareshas quoted2 years ago
    Antes de cenar, aprovechando que todavía había luz, si podía llamarse así a aquella irradiación grisácea bajo la cual uno tenía la sensación de que el tiempo se había detenido, salí a pasear. Tenía ganas de respirar aire fresco. Esta vez, para evitar el lago, tomé un sendero borroso que me llevó hasta un bosque cercano.
  • Alicia M. Mareshas quoted2 years ago
    Fue entonces cuando tuvo lugar el episodio de la ardilla. Y tu mente de inmediato transformó lo que no debía de ser más que el caprichoso comportamiento de un roedor en un signo de que Gilman House escondía algo más que una simple vivienda vacía. Porque era evidente que la ardilla tenía miedo de pisar el jardín. Eso podía explicar la injustificable ausencia de tales animalitos dentro del perímetro de la casa. Revisaste las muchas fotos que habías tomado del jardín y comprobaste con asombro que en ellas jamás aparecía una ardilla. Sin embargo, esas mismas fotos te mostraron a varias de ellas correteando por los jardines colindantes. Fue entonces cuando te diste cuenta de que tampoco aparecía pájaro alguno moviéndose entre las plantas del jardín o posado en las ramas del arce.
  • Alicia M. Mareshas quoted2 years ago
    Todavía no te explicas cómo acabaste frente a Gilman House. Quizá te despistó la tormenta. Quizá fue la prisa por llegar a tu apartamento. Lo único cierto es que el camino elegido no pasaba ni de cerca por Gilman House. En ese momento no le diste importancia a tu desorientación.

    Bajo la tormenta, la casa perdía sus formas. Parecía más vacía y solitaria que de costumbre.
  • Alicia M. Mareshas quoted2 years ago
    En otro momento, en otro lugar, su reacción te hubiera parecido simple casualidad. Aquí no. El comportamiento de la ardilla parecía confirmar la irracional aversión que la casa había empezado a provocarte. Poco después, comprobarías que en aquel jardín tampoco se posaban los pájaros.
  • Marcia Ramoshas quoted4 years ago
    La sensación de pisar por primera vez la calle tras varios meses de reclusión, fue muy extraña
  • Marcia Ramoshas quoted4 years ago
    peor pesadilla. La mujer vivía aterrorizada ante la posibilidad de que los monstruos asaltasen su hogar. No dejé de repetirle que las verjas de sus ventanas eran infranqueables para aquellos descerebrados, que si tenía miedo se mudase a uno de los muchos apartamentos vacíos de
  • Marcia Ramoshas quoted4 years ago
    Mi reacción fue aún más sangrienta que las dos anteriores. Esta vez no usé el insecticida: empecé a aplastarlas con las manos y los pies, experimentando el mismo placer que de niños nos proporcionaba torturar lagartijas, mariposas, ranas. (¿Te acuerdas?). Tardé diez buenos minutos en exterminar al tercer ejército invasor.
  • Marcia Ramoshas quoted4 years ago
    Y también contigo, mamá. Es muy bonito volver a jugar contigo como cuando era pequeñito, cuando tú hacías de muñeca y yo tenía que peinarte y vestirte.
  • Marcia Ramoshas quoted4 years ago
    que no se preocupe, que seguiré jugando con Carmila aunque esté rota. Todavía se pueden hacer buenos juegos con ella
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