Guía del bebé de la A a la Z

Si respira de manera que parece que tiene gripa o la nariz tapada, puede que haya acumulación de moco en sus fosas y tengas que ayudarle a limpiarlas con una jeringa de bombilla, pues recuerda que aún no puede limpiar sus conductos nasales por sí solo.

No hay manera de evadirlo: tu recién nacido pasará mucho tiempo llorando.

Si notas que las heces del bebé tienen un moco blanco, manchas rojas o vetas, consulta inmediatamente con tu médico porque esto podría estar indicando un problema.

Quienes son amamantados suelen defecar con más frecuencia que los bebés alimentados con fórmula, pues estas tardan más en ser digeridas.

Sin embargo, si tu bebé regurgita en cantidades que consideras excesivas, o si al acto le siguen el llanto o el arqueo de espalda, entonces podría ser reflujo.

No tienes por qué alarmarte si tu bebé tiene hipo o si ves que escupe un poco. El hipo es normal en los recién nacidos y no les causa mayores molestias. También es típico que escupan o regurgiten un poco después y durante su sesión de alimentación,

Evita golpear su espalda repetidamente, como si fuera un tambor. Un movimiento circular suave o golpecitos suaves suelen ser suficientes.

Una señal que indica que debes ayudar a tu bebé es si parece estar incómodo durante o después de alimentarlo.

Si es difícil que se mantenga despierto, intenta hablar con él, vístelo solamente con sus pañales e intenta acariciarle el pecho, la espalda o la cabeza. La meta es ayudar a tu bebé a recuperar su peso al nacer para cuando llegue el chequeo médico de las 2 semanas de vida.

Los recién nacidos suelen perder alrededor del 7% de su peso corporal durante los primeros días.